miércoles, 19 de diciembre de 2012

Muertos que caminan

Young y Leafhead describen un caso moderno de síndrome de Cotard en un paciente que sufrió daños cerebrales debido a un accidente de motocicleta:

Los síntomas [del paciente] se dieron en el contexto de sensaciones más generales de irrealidad y de estar muerto. En enero de 1990, después de recibir el alta en el hospital de Edimburgo, su madre lo llevó a Sudáfrica. 

Estaba convencido de que había sido llevado al infierno (lo que se confirmaba por el calor), y que había muerto de septicemia (que había sido un riesgo al principio de su recuperación), o quizá de sida (había leído una historia en The Scotsman acerca de alguien aquejado de sida que había muerto de septicemia), o de una sobredosis de una inyección contra la fiebre amarilla.

Pensaba que se habían «apropiado del espíritu de mi madre para mostrarme el infierno», y que seguía dormido en Escocia.
El síndrome puede aparecer en el contexto de una enfermedad neurológica o mental y se asocia particularmente con la depresión y la desrealización.

Antes que Cotard lo describiera ya se habían encontrado casos clínicos similares aunque no descritos con tanto detalle como hizo Jules Cotard. 


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Fotos del Síndrome de Cotard y comentario de José Ramón Alonso





Jules Cotard








Tal y como refiere José Ramón Alonso en su libro La nariz de Charles Darwin
Las personas con el síndrome de Cotard experimentan algunos cambios cerebrales y mentales llamativos: tienen una atrofia cerebral marcada en el lóbulo frontal medial, se desconectan visualmente, no tienen memoria emocional de los objetos ni del mundo que les rodea. Se piensa que en el síndrome de Cotard intervienen distintos componentes cerebrales. Además de la corteza cerebral, estaría la amígdala, relacionada con las respuestas emocionales, con las secreciones hormonales, con las reacciones del sistema nervioso autónomo asociadas con el miedo o con el llamado “arousal”, un término inglés de difícil traducción y que implicaría alerta, excitación, interés.

Primer paciente que sufrió Sindrome de Cotard

En el año 1880, Jules Cotard describió un extrañó síndrome que sufría una de sus pacientes, Madmoiselle X. Esta mujer de 43 años afirmaba no tener cerebro, órganos, nervios o sangre: su cuerpo sólo eran piel y huesos. Estaba absolutamente convencida de que estaba muerta.
 
Ya se habían encontrado casos clínicos similares al de la paciente X, sin embargo no se habían descrito de manera tan detallada como lo hizo Cotard. Observó que su paciente creía firmemente que estaba muerta, y al no verse ni en el cielo ni en el infierno… comenzó a negar la existencia de Dios, de manera que Cotard acabó denominándolo como Delirio de negación.

El síndrome de Cotard presenta una sintomatología muy característica: el delirio nihilístico, que consiste en la negación de la existencia tanto del self como del exterior. Los pacientes creen que están desapareciendo, que están muriendo o que ya están muertos, con los síntomas asociados a esta situación: sensaciones vívidas (delirios) de putrefacción de los propios miembros u órganos (esto se potencia con delirios olfativos que hace que realmente huelan como se pudren), percepción de pérdida de sangre e incluso pueden llegar a darse delirios de inmortalidad (porque ya están muertos).


Existen diversos niveles, de manera que los profesionales pueden calificarlo desde síndrome parcial hasta síndrome completo. Este síndrome aparece relacionado con la depresión, aunque a veces también aparece en esquizofrénicos. Habitualmente aparece de manera repentina, sin embargo se ha apreciado que existe un periodo previo en el que destaca una ansiedad creciente que se extiende a lo largo de unas semanas. Cuando el síndrome aparece de manera aguda, el sujeto comienza a sufrir los delirios nihilistas que comienzan con la negación de la existencia del exterior y llegan a negar la propia existencia, provocando un aislamiento del mundo. Algunos investigadores han visto en las técnicas de neuroimagen algunas lesiones inespecíficas que afectan al procesamiento visual; incluso se ha visto que con TEC (terapia electroconvulsiva) existen mejoras en todos los pacientes, al incrementar el flujo sanguíneo en algunas zonas del cerebro (corteza frontal, ganglios basales y tálamo).

Un caso de Cotard

Primera etapa de la enfermedad

La enfermedad comienza a manifestarse con una pregnancia del cuerpo que toma la forma de un resfrío crónico, un dolor vago en los miembros y un trastorno del sueño que le impide dormir.
 Consecuentemente la angustia queda reducida a la vivencia exclusiva de un malestar ubicado en el cuerpo y que, por otra parte, no se llega a traducir para el sujeto como angustia. En la neurosis diferentemente se presentan diferenciados la angustia por una lado y sus componentes físicos por otro.
 El siguiente trastorno presentado por la paciente referida, luego de un período de alucinaciones y visiones oníricas, consistió en un cambio a nivel de la conducta, la que oscilaba entre el abatimiento durante una la mañana y la euforia durante la tarde.
Durante este período la relación con su cuerpo parece hallar una respuesta en el delirio de tener sífilis, lo cual trae aparejado un sentimiento de culpa e ideas suicidas. Este esbozo de oscilaciones diarias del humor se acrecentó a través de fases maníaco-depresivas que la llevaban a virar de una vivencia de renacimiento a otra de inhibición melancólica cayendo a menudo en la despersonalisación.
La ideación delirante respecto de su cuerpo toma dos formas, por un lado, una fantasía de contenido erotómano, ya que se creía embarazada por su primer psiquiatra -que además ya había muerto- fantasía que presentaba una oscilación entre el haberlo abortado y el estar otra vez embarazada; y por otro lado, una vivencia de cuerpo disociado en dos mitades: un cuerpo derecho que representaba el bien, la justicia y la moral y un cuerpo izquierdo que encarnaba al mal, por lo que, cuando uno de ellos se imponía al otro su humor cambiaba y tenía impulsos de herir su mano izquierda para evitar la supremacía de este lado.

 Segundo momento

Se produce una segunda etapa que se puede considerar en este caso, como del síndrome de Cotard propiamente dicho, por el cual su vivencia cambia y, ya no tiene más ojos, ni boca, ni estómago, ni pulmones. "Mis piernas y mis manos se volvieron de vidrio. Las lastimo y no siento dolor. No soy ni hombre, ni mujer, no hay más sexo para mí. El mundo exterior es completamente diferente de antes. De hecho estoy ya muerta, no tengo más necesidad de comer. Para mi no hay más necesidades, ni voluntad, ni sentimientos. Estoy muerta, mientras le hablo, las piernas, las manos y el cuerpo entero están por desaparecer, sólo queda la boca que habla".
El delirio de Cotard va desplegando todos sus postulados, empieza a aparecer entonces el síntoma de oposición de Cotard, como posición de rechazo, dice la paciente: "Por más que reconozca su presencia, no tengo nada que decirle, soy incapaz de pensar. No tengo información para darle". Simultáneamente aparece el síntoma de inmensidad que muestra la lucha del yo por restablecer su lugar: "Me vuelvo inmensa, enorme, sin medida y después me retraigo de golpe hasta casi nada, como si estuviera en el otro mundo".

 Frente a este goce mortífero que no logra mitigar la culpa, finalmente se presenta el recurso de la automutilación como única forma de restricción del goce. Esta es consiguientemente otra forma de respuesta subjetiva frente a la melancolía, consistente en un tratamiento por lo real a través del infligirle al cuerpo una marca penosa.



domingo, 9 de diciembre de 2012

Videos relacionados con el Síndrome de Cotard

En el primer vídeo un chaval explica brevemente que es este síndrome. En el segundo vídeo cuenta un caso que padeció una persona. Esta persona nos dice lo que siente, ve, huele....